Bankia, CaixaBank e industria militar

Las recientes transaciones de capital en Hispasat e Indra demuestran el interés de las entidades financieras y el trato de favor que reciben por parte del Estado.

Las entidades financieras tienen un papel fundamental en el ciclo económico, sin su concurso la producción, distribución y adquisición de bienes y servicios no se puede desarrollar. Esta regla universal sirve también para las empresas militares que necesitan de la participación de la banca, unas veces como financieras de sus transacciones, otras como propietarias de parte de su capital.

Esto viene a cuento por dos transacciones de acciones de empresas militares llevadas a cabo recientemente entre el Estado y la banca española. Una tuvo lugar en agosto pasado, cuando Abertis Telecom adquirió el 16,4% del capital de la empresa Hispasat de la que era propietario el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) del Ministerio de Defensa, por un importe de 172,5 millones. Tras esta operación Abertis se hizo con la mayoría, un 57% de capital de Hispasat, pues ya poseía un 40,6% y pasa a controlar esta empresa y de forma indirecta también Hisdesat, otra empresa de la que Hispasat posee el 43% de acciones. Ambas empresas, Hispasat e Hisdesat, dedican su actividad a la producción de satélites aeroespaciales y sistemas de comunicación tanto del ámbito civil como de seguridad y defensa militar del Ministerio de Defensa. En concreto, Hisdesat, dedica un 65% de su producción al ámbito militar, mientras que Hispasat tiene una proporción de un 15%.

Abertis, es una empresa a su vez controlada por CaixaBank, quién de esta forma se ha convertido en la entidad financiera que controla las dos empresas españolas más importantes de los sistemas de comunicación militares. Es decir, que la comunicación vía satélite de seguridad y defensa del Estado español ahora está en manos de una empresa privada controlada por una entidad financiera catalana CaixaBank.

Esto de la titularidad catalana de CaixaBank es anecdótico, pues las entidades financieras son transnacionales, que con la globalización han perdido su nacionalidad aunque tengan una sede social central ubicada en un territorio. Anécdota que se convierte en metáfora, porque no deja de ser curioso, que en pleno debate sobre la autodeterminación de Catalunya, una banca con sede catalana, adquiera los sistemas de comunicación de defensa de un estado del que podría separarse. Hipótesis complicada pero no descartable. Pero de llegar a producirse parece poco creíble que el Estado español permitiera que los sistemas de seguridad y defensa pasen a ser controlados por una empresa de otro estado.

La otra empresa que ha sufrido un cambio de propiedad es INDRA, sin duda la industria más importante del sector de la electrónica en España, aunque todo hay que decirlo,  importante, debido a la protección del Estado que le contrata la gran mayoría de sus servicios, incluido el recuento electoral. Una empresa que a su vez suministra la mayoría de componentes electrónicos a los grandes programas de armamentos que se producen en España: desde simuladores de vuelo, sistemas de tiro, dirección de misiles, defensa y guerra electrónica, tanto de aviones y helicópteros de combate, como de buques de guerra, misiles de todo tipo, blindados, patrulleras, control de fronteras, satélites militares y un sinfín de sistemas de armamentos.

Indra tenía como accionista mayoritario a Bankia, que poseía el 20,1% de su capital. Tras la bancarrota de esta entidad producida por la pésima gestión de una cúpula directiva presidida por Rodrigo Rato, que ha llevado a Rato y otros directivos a ser acusados de fraude ante la Audiencia Nacional. El Estado, además de haber inyectado para reflotar la entidad, la colosal cifra de 22.424 millones. Ahora, a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, ha decidido inyectar más liquidez adquiriendo la totalidad de las acciones de Indra en manos de Bankia por 337 millones. Es decir, más dinero de todos los españoles para inyectar liquidez a una entidad que se hunde. Una operación, con la que Indra se siente gozoso, primero porque se libra de tan ingrato primer accionista; y segundo, porque el trato de favor del Ministerio de Defensa y otros organismos del Estado se verá incrementado favoreciendo su cifra de negocio.

Los consejos de administración y accionistas de Abertis, CaixaBank, Bankia, Indra, Hispasat e Hisdesat han estado de suerte. El resto de españoles no tanto. Pues tendrán que continuar aportando recursos, sudor y lágrimas mientras asisten al recorte de sus derechos.

Artículo publicado por Pere Ortega (Centro Delàs de Estudios por la Paz) en Publico.es

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